La pista en Misiones, el gran homenaje a Barney

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La inauguración de la pista sintética en Posadas, que acaba de realizarse, no sólo puede significar un fuerte impulso al atletismo del Nordeste de nuestro país, sino que constituye un merecido homenaje a uno de los grandes valores que dio este deporte. Y sin dudas, el más relevante surgido en tierra misionera. En efecto, Eric Ricardo Barney -nacido el 10 de mayo de 1941 y que pudo disfrutar de la celebración este viernes- fue el primer argentino que llegó a los Juegos Olímpicos en el salto con garrocha, especialidad en la que sólo su notable heredero de décadas más tarde (y con quien acaba de reencontrarse), hablamos de Germán Chiaraviglio, pudo emular.
Barney era hijo de un marinero sueco, quien llegó al país a fines de la década del 20 y como tantos inmigrantes vino a forjar su vida y sus sueños aquí, trabajando en las tierras vírgenes del Norte. Eric y su hermano Ian, oriundos de Oberá, comenzaron a practicar atletismo cuando fueron enviados a estudiar al Belgrano Day School, en Buenos Aires. Ian se especializó en jabalina y Eric fue el astro nacional del salto con garrocha, bajo la guía de maestros como Mario y Enrique Eleussipi, quienes habían formado la Agrupación Atlética Aconcagua.
Precisamente Mario era poseedor del récord sudamericano con 4,20 m desde fines de 1963 y, a su retiro de las competencias, comenzó a adiestrar a Eric, quien se convirtió en su sucesor, elevando el récord en 1 centímetro a fines del año siguiente. Los hermanos Barney produjeron un fenómeno en el Sudamericano de Rio de Janeiro, en 1965, al ganar cada uno sus respectivas especialidades: Ian en jabalina y Eric en garrocha, mejorando el tope sudamericano con 4.25 m.

Hay que tener en cuenta que en aquella época no existían pistas ni correderas sintéticas, se entrenaba en condiciones muy difíciles y recién empezaban a llegar las garrochas de fibra de vidrio. Pero Eric Barney elevó la prueba a otros niveles y su progresión continuó: 4.29 y 4.36 en 1965, 4.46 y 51.51 en 1966, 4.55 en 1967 (en la pista de Villa Domínico). En esa misma temporada había retenido el título sudamericano con 4.30 en Buenos Aires y había «acariciado» una medalla en los Juegos Panamericanos de Winnipeg, donde sus 4.45 igualaron la línea del bronce del canadiense Robert Yard, quien lo aventajó por intentos. El oro, con 4.90, fue para el estadounidense Bob Seagren, anticipando su victoria olímpica del año siguiente.
En el invierno de 1968, en Parque Chacabuco, Barney consiguió 4,59 metros, una marca que le permitió entonces acceder a la clasificación olímpica. En aquellos memorables Juegos de México volvió a mostrar una notable progresión con 4.80 m -pese a que semanas antes había sufrido una lesión- y aunque no fue suficiente para acceder a la final, le permitió competir con las estrellas de la época como Seagren, el alemán del Este, Wolfgang Nordwig, entre otros. Aquel año también tuvo su mayor tristeza, y la de toda la comunidad atlética, por la muerte de su hermano Ian en un accidente automovilístico.
Barney, posteriormente, siguió sus estudios de Ingeniería (y se diplomó) en una de las más importantes universidades del mundo, California-Berkeley. Pero no dejó sus entrenamientos, volvió a representar a la Argentina en los Panamericanos de Cali 71 (fue 5° con 4.70) y logró su tercera corona sudamericana, ese mismo año, en Lima con 4.50. También, en el recinto atlético californiano, llevó el tope sudamericano a 4.87 metros el 3 de mayo de 1961, que constituyó la mejor marca de su vida. Recién fue mejorada como récord sudamericano por el uruguayo Fernando Ruocco (4.90 en 1979, en Köln) y, como récord nacional, por otro de los grandes de la especialidad, Oscar Veit, en 1984 con 4.88. Décadas después se iniciará el ciclo Chiaraviglio… Barney, a esa altura, ya desarrollaba una importante trayectoria como ingeniero, que se prolongó en su regreso a su tierra de Oberá. Ahora, junto al atletismo misionero y a figuras como el propio Chiaraviglio, Barney pudo ver la coronación de uno de sus sueños, una gran pista en su propia provincia.